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el amor

miércoles, 2 de marzo de 2011

Damisela y las ostras mágicas

Damisela y las ostras mágicas


Entre los hermosos campos peruanos, allá escondida tras los árboles de mangos y guayabas, se hallaba una vieja casita hecha de adobes y calaminas, tenía una puerta de madera con una pequeña ventanilla que permitía ver quien llamaba a la puerta. En esa casita vivía una muy peculiar familia, aquella familia estaba conformado por Jennifer, la segunda hija de doña laura Gonzáles, luego le seguía el tercer y ultimo hijo llamado serafín, doña laura era una señora de aproximadamente cuarenta años que había enviudado ya hace cinco años, su precaria situación que lidiaban desde la muerte de su esposo la había llevado a enfermar de una estrés muy grave.
En la sala los dos tiernos muchachitos jugaban con unos viejos juguetes de hace ocho navidades pasadas, para ellos lo viejo no era motivo de vergüenza. -¡sígueme! …¡tu muñeca no me alcanza!- se escucho decir a serafín mientras sostenía en sus manos un avión, Jennifer quien tenia una vieja muñequita de trapo se incorporo y siguió a su hermano pequeño. El juego siguió sin importar el tiempo. Así los dos hermanitos jugaron hasta que la tarde llego, un horrible rugido se escucho entre los dos, serafín y Jennifer se tocaban sus barriguitas, y se miraban entre si, pues sabían que entre ellos dos el rugido era mayor. Después de mirarse por largo rato, sintieron a la vieja puerta de madera crujir, sus ojos se dirigieron a la puerta, una hermosa jovencita de cabellos morenos como la noche y sus ojos azules como el cielo entro con unas bolsas en las manos -¡Damisela!-exclamaron los tiernos niños – por fin llegaste hermana – si serafín – contesto aquella jovencita de aproximadamente unos trece años –aquí les traigo lo que pude recoger del campo. Sus hermanitos ansiosos de saber que había en las bolsas corrieron desesperados como dos animalitos hambrientos, en la mesa se habían esparcido multitudes de ricas frutas, sus ojos maravillados estuvieron apunto de romper en llanto. -¿hoy si hubo comida? – dijo serafín al recordar aquellos días en que ni un pobre pan tieso podía llevar a la boca – si hermano, hoy Dios se acordó de nosotros- contesto damisela mientras con una mano acariciaba la cabeza de su hermanito.- ¿y por que no se acuerda de mamita?-pregunto inocentemente serafín, damisela no pudo contestar esa pregunta que también ella se había hecho. Los niños comieron hasta saciarse sus estómagos ya no volvieron a rugir tan fuerte, dejando Damisela a sus pequeños hermanos se dirigió hacia donde se hallaba su enferma madre. Caminando por aquellos pasadizos pequeños llego hasta donde se hallaba su madre,-¡mama!- exclamo damisela aguantándose las lagrimas, aquella imagen era tan triste que cualquier ser humano con corazón hubiese llorado al instante -¡damisela, hija has vuelto!-exclamo doña Laura entre voz cortada por el continuo tosido,- si mama- respondió Damisela acariciando las mejillas de su madre dulcemente.- pero mira como estas, ya se te peinare para que estés mas hermosa que mismo jardín.-tu crees eso- dijo su madre mirándola con dulzura. Damisela no dijo nada simplemente tomo el peine y empezó con lo que ella llamaría una obra de arte. Al paso de unos minutos se la escucho decir: ya esta – ves que hermosa quedaste- le dio a su madre mientras le ofrecía un espejo para que se mirara, - es verdad – exclamo la madre muy sorprendida – pero esto es tan hermoso como si lo hubiese hecho un estilista – verdad que si – agrego Damisela un poco sonrojada de la pena, pero ve vuelve a recostarte no vaya ser que te haga daño. – si hija en eso tienes razón. – Ahora iré a ver que están haciendo mis adorables hermanitos- ve hija,-contesto doña Laura. Muy contenta por el lujoso peinado que lucia.

Serafín y Jennifer se hallaban tirados en el suelo como dormidos –damisela se sorprendió al verlos en esa situación, así que levanto uno por uno y los llevo a sus recamaras. La noche había llegado tan repentinamente, pronto todos se hallaban durmiendo, mientras en la sala miles de luciérnagas salpicaban una luz dorada como el oro haciendo que la sala pareciese habitable, nadie de la familia se percataba de tal acontecimiento, la reunión de luciérnagas había empezado, la mas grande y vieja de todas hacia movimientos y gestos con la cabeza parecía como si dialogasen entre si. La reunión dio fin a las doce de la media noche, cuando el viejo reloj que permanecía colgado en la pared escucho sonar.
Para el día siguiente antes de que el sol de su primer bostezo, damisela ya estaba en pie lista para ir a ordeñar a Miriam, una vaca muy peculiar y simpática que tenían al otro lado de la casa, Miriam era una baca de ojos cafés y una orejas muy hermosas, el color de su pelaje era blanco como la nieve y tenia una ligera mancha marrón en una de sus patas, en sus tiempos Miriam era la baca que daba la mejor leche de ese lugar, su leche y ella eran muy bien conocidas , pero sucedió que un día Miriam ya no quería dar leche, o si en caso la daba era una leche muy rancia y sin sabor, ¿Qué cosa mas extraña ?- dijeron cuando empezó a suceder esto, así mismo los sombríos de maíz y otras cosas eran pocos, era por eso quizás que damisela era la única cuerda entre toda su familia y Salía temprano a buscar de donde traer las alimentos, así pues Miriam esa mañana dio un balde de leche de la cual se elaboro el queso y la mantequilla, luego con los choclos secos se pudo hacer tortas de maíz , con esas provisiones y algunas frutas recogidas días taras empezaron alimentarse.
Llego un día en que damisela Salio nuevamente en busca de alimentos, su mirada y su pensamiento eran cada vez mas realistas en esa tarde de verano, caminaba ella perdiéndose entre los secos maizales y los gruesos árboles de guayabas, buscando intensamente con la mirada unas cuantas mazorcas de maíz o algunas frutas que llevar, pero que triste decepción se iba llevando a medida que iba avanzando, triste la pobre damisela, llena de dolor y nostalgia en su pecho se sentó en una piedra que había visto.
-¡mi madre cada vez peor, y no hay nada que llevar a casa para alimentar a mis hermanos!- exclamaba lamentándose damisela, si tan solo pudiera llevarles algo y poder curar a mi madre- pensaba ella mientras sus lagrimas se derramaban y caían en un suelo seco y cuarteado.- ¿Qué estarías dispuesta hacer por ello? – Pregunto una vocecita muy dulce y difícil de encontrar con la mirada-¿Quién esta allí?- pregunto damisela sin responder a la interrogante que alguien le hacia, levanto su mirada hacia el cielo azul, la bajo hacia los pocos pastizales verdes y nada, nadie había entre esos dos espacios a los cuales había mirado –contéstame niña -¿Qué estarías dispuesta a hacer? – Volvió a preguntar aquella vocecita -¿Qué extraías dispuesta a dar? - ¿darías tu vida a cambio de las otras?-damisela sin poder encontrar a quien le pertenecía aquella vocecita contesto desde lo mas adentro de su corazón-Daria mi vida y todo lo que fuera necesaria para que mis ser queridos estén bien – aquella respuesta pareció gustarle aquel simpático amiguito, una pausa de silencio se hizo notable, luego después de unos cortos segundos, y frente a la bella damisela apareció un pequeño y diminuto animalito alado con unas patitas tan delgadas como dos pequeños carrizos y un plumaje tan hermoso como mismo cielo-¡así que pondrías vos tu vida en garantía!-exclamo el pajarito, damisela sorprendida de poder comprender el habla de los animales,- volvió a preguntar-¿eras tu el de la vocecita?...¿que eres?...¿quien eres?-el bello animalito esperaba su turno de hablar –si me permita la hermosa señorita hablar, le contestare todas las preguntas que usted desee, damisela parecía haber entendido que con semejante alud de preguntas no llegaría a nada mas que emborrachar al pobre animalito-permíteme presentarme- mi nombre es Gabriel y en cuanto alas segunda y la tercera pregunta que vos me habéis hecho no se como responderle, pero lo siguiente que a vos le diré si es de gran importancia para. Hace mucho existió en algún lugar de estos campos una cueva en la cual se ocultaban hermoso y preciados tesoros con sorprendente poderes, se dice desde hace mucho que una niña que tenga la mirada cual el cielo y su corazón tan puro como el agua de esos manantiales lograra tener una joya muy poderosa que le permitirá cumplir sus mas grandes anhelos pero que cambio los recuerdos mas apreciados por ella le serán quitados como paga a todos sus sueños. – ¿estarías dispuesta a ir aquel lugar?-¿estarías dispuesta a perder todo?-volvió a preguntar aquel pajarillo, damisela parecía segura de lo que sus corazón le decía, y aun mas parecía no estar intimidada por las palabras de aquel peculiar animalito,- iré, pase lo que pase- respondió, el avecilla la miro detenidamente y luego soltó un bello canto.
Así pues el ave por los cielos volaba mientras damisela lo seguía con las esperanzas de que al fin las miserias y la enfermedad que por largos años en su familia habían azotado pronto desaparecieran. El camino que al principio era ancho a medida que avanzaban se iba acortando, parecía como si los quería comer, el ave se detuvo por unos momentos y después de ver damisela salir de ese dilema, decidió que la llevaría acuestas en sus hombros, ¿Cómo seria eso posible?- se preguntaran pues en el mundo de lo deseado todo pude ser posible, una pluma celeste callo desde el cielo a manos de damisela y una lagrima solar toco la piel y la pluma juntos y algo sorprendentemente imposible sucedió, damisela apareció acuestas en el plumaje de aquella bella ave , su plumaje suave, su olor exquisito enamoraban a damisela, pero aun una duda muy grande inundada su mente, algo que por lógica era explicado con palabras sencillas, pero que a través de lo imposible nadie podría explicárselo-¿Cómo si ella era grande, podría estar encima de tan pequeña? – esa pregunta lo iría descubriendo a medida que pasara el tiempo.
Los mantos blancos del cielo corrían jugueteando con el viento, el matiz de la tarde salpicaba colores ámbar y naranja, por debajo un bello lago refrescaba las hierbas verdes del campo, y un arcoíris rodeaba aquel inmenso jardín. –bella damisela, hemos llegado, es aquí en donde tu aventura esta por comenzar-dijo el aquella ave mientras empezaba a deslizarse y descender lentamente hasta aterrizar en el campo. Los pies de damisela pisaron aquel lugar, las multitudes flores de colores que adornaban el lugar fueron tocadas un cálido rayo de sol, algo sorprendente empezó a ocurrir ante los ojos de Damisela, miles de flores y rosas empezaban a bostezar como si se levantasen de un largo sueno, el rostro de aquella niña estaba anonadada de sorpresa, pues conforme iba avanzando iba descubriendo cosas que para la mente humana eran imposibles. El arcoíris de bellos colores empezó a multiplicarse, el sol esporeaba su color dorado en el viento parecían pequeñas partículas de oro, avecillas multicolores confundibles en el cielo y el campo volaban, damisela sentía el corazón enmudecérsele al ver tan hermoso paraíso oculto. Siguió caminando esperando llegar a aquel lugar indicado. – Es aquí- exclamo damisela al ver el hermoso y engañoso lago que se le presentaba en frente. –
Un letrero viejo de madera con inscripciones un poco borrosas se llegaba a ver - a ningún hombre, animal y o ser mitológica que no posea el poder del sol y el arcoíris en su corazón podrá atravesar este lago, las incertidumbres y preguntas llenaba el espacio corto de su corazón, -seré yo ¿no se habrá equivocado?-preguntas así golpeaban la mente de damisela, pero se rendirá tan fácil dejaría que su madre y sus hermanos perecieran de hambre y de enfermedad tan solo por no intentarlo, eso nunca – expuso gritando , damisela se empezó a aventurar aquella aventura desconocida , sus pies tocaron las aguas conforme se iba sumergiendo iba viendo que el agua cada vez la cubría mas y mas, cuando el agua ya la había tocado hasta el ultimo cabello seco se dio cuenta que ese era su fin.
Estaba obscuro, la cueva permanecía en silencio, damisela abrió los ojos empapada hasta los cabellos, -hola, hay alguien aquí- exclamo damisela sus pies se apresuraban a una luz par parpadeante que venia del fondo de la cueva. Damisela caminaba…corría, caminaba, hasta que frente a ella se presentaron la tan anheladas ostras mágicas- en su rosto por fin se surco una sonrisa- con esto podre ayudar a mi familia- dijo acercándose cautelosamente hacia ellas. En su ojos se pintaron los colores dulces del arcoíris, así la llave se presento ante ella y las ostras flotantes llegaron a las manos de damisela. Tienes tres deseos úsalos con sabiduría-se escucho que alguien dijo-eso hare- exclamo ella feliz. Comenzó a pedir su primer deseo y este iba referido a la salud de su madre, el segundo deseo fue que todas los sembríos de ella y de sus vecinos y de todos aquellos que no produjeran sean fértiles y hermosas- y el tercer y ultimo deseo fue… fue que tengan un lugar en donde vivir. Cuando hubo terminado de pedir sus deseos la mente de damisela queda en blanco tan blanco como un papel que necesita ser escrito- ¿Quién soy yo?- ¿Qué hago aquí?- preguntas tan sencillas difíciles de recordar par ella. La magia de las ostras había echo efecto sus deseos se habían cumplido, pero la madre de damisela aun tenia una angustia en el pecho y era que no había visto a su tan preciada hija. Un destello de luz apareció frente al árbol de durazno seco y sin fruto, convirtiéndolo en un fértil y bello árbol. Pero también frente a este echo y frente a su madre estaba damisela inconsciente y sin recordar , la madre corrió apresurada hacia su hija y la sostuvo entre sus brazos- hija…hijita de mi corazón…fruto de mis entrañas…regalo de Dios- ¿Qué te pasado? ¿Respóndeme?- pero sus palabras caían en un hondo abismo y no tenia respuesta. De repente de entre los cabellos de damisela una de las ostras rodo por el suelo y llego a los pies de su madre, ella se extraño mucho al ver eso, pero su mente estaba mas en su querida hija- si pudiera dijo mientras de sus luceros se escurría un torrente de lagrimas- daría mi vida para que volvieras a ser la misma de antes- si pudiera desearía que volvieras a mi para alegrarme la vida, hija mía, un rocío de los ojos de su madre llego a tocar aquella ostra y su poder se desato provocando que un cuarto deseo se activara y este fue que damisela volviera en si – y así damisela y su familia vivieron felices por siempre con todo los beneficios de las ostras mágicas.

Fin